Las tendencias de maquillaje Y2K que se impusieron durante el cambio de milenio vuelven con fuerza. Favorecedoras y atrevidas, harán las delicias de las beauty freaks, pero ¿qué era tendencia en realidad durante esos años? Consultamos a una friki vintage.
Hoy me dirijo a una lectora diferente y, por fin, también a un lector más joven. Seguramente te sorprendas al leer algunas cosas sobre las tendencias del maquillaje a finales de los 90 y principios de los años 2K, aunque si te interesa el mundillo puedes disfrutar mucho de esta entrada.
¿Qué era tendencia y cómo nos maquillábamos allá por el año 2000?
Antes de empezar a contarte todo lo que recuerdo, imagínate un mundo sin tiendas online o casi sin ellas, donde el maquillaje se ve en testers en los comercios y necesitas visitar varias tiendas para poder conocer de primera mano las propuestas de tus marcas favoritas.
Piensa en una mujer joven que conoció o no la locura de color de los años 80 y sufrió de la tiranía de los 90: prohibido utilizar un eyeliner de color si tus ojos son marrones, la base de maquillaje ayudaba a estar menos pálida y los labios rojos durante el día solo para las más descaradas (¡presente!) y para, como yo digo, melasudistas.
Imagina que, de repente, en 2 o 3 años empiezas a encontrar todo el año acabados antes reservados al maquillaje navideño y que ya no se tienen un par de labiales, sino que casi, casi se coleccionan, aunque tengas tus dos favoritos.
Ahora, si roleas y te introduces en la mente de alguna de las veinteañeras de finales de los 90, comprenderás por qué el maquillaje 2K supuso un salto cualitativo que llegó para quedarse, pues ya nunca regresamos a la tiranía estética previa.
Adiós a las normas rígidas y al minimalismo
Por fin había opciones para maquillarse como a una le daba la gana (ya verás por qué escribo en femenino en un punto posterior). No hacía falta pagar, por fin, alta gama para poder lucir cierto color fetiche que te encantaba pero ya no se llevaba y ninguna marca asequible ofrecía.
Los ojos marrones podían y debían salir de los nudes y los tonos pardos, y los azules y verdes no estaban obligados a combinar las sombras con el color del iris.
En cuanto a los coloretes, continuaban con su función de perfilar las facciones, aunque ya se veían acabados diferentes al mate o al satinado y algunos tonos atrevidos (para la noche, pero ya los había).
Maquillaje de día, de noche y de fiesta
Los 90 nos daban la despedida manteniendo la norma por la que existían looks de día, looks de noche y looks de fiesta o fantasía. Ahora suena ridículo, pero si no ibas a pasar por casa y oscurecía, tenías la opción de modificar tu maquillaje añadiendo más color o un tono nuevo de sombra, que habrías incluido en tu bolso antes de salir de casa.
Yo era un caso un poco aparte porque utilizaba rojos en los labios desde primera hora de la mañana. Siempre se lo vi a mi tía, por lo que servidora no inventó nada. El labial rojo, sobre todo el rojo vivo, podía asociarse a intenciones sexuales entre la gente más carcamal. Por suerte, en la universidad no había ese tipo de prejuicios.
Las raras que usábamos labiales potentes por el día no nos atrevíamos a emplear sombras más allá de nude o pastel hasta bien entrada la noche.
Si deseas recrear los looks 2K en tu maquillaje, presta atención a la hora y al tipo de iluminación. Imagina que solo pudieras llevar mucho color si la luz es tenue, por ejemplo, si vas a tomar un café en invierno y ya ha oscurecido o sales un sábado a bailar. O pásate al lado oscuro, como buen mapache, muajajaja.
Retoques imprescindibles
El maquillaje de larga duración era solo un maquillaje que aguantaba un poco más de tiempo en su sitio, sin parecerse a las fórmulas de hoy en día. Por ese motivo eran necesarios los retoques, para no llegar a casa con la cara como un cuadro de Picasso o, como te contaba, para adaptarte al cambio de hora y de luz.
El labial, casi siempre nutritivo, debía reaplicarse tras cada comida.
Ojos o labios ya no se oponen
Por fin dijimos adiós a esa norma absurda que decía que si resaltabas mucho los labios NO PODÍAS (ojo, no era un consejo) hacer lo mismo con los ojos y viceversa.
El maquillaje vistoso era solo para chicas, mujeres y drags queens
Este es el motivo por el que antes escribía en femenino. Los hombres no se maquillaban, salvo si eran drags queens, de manera visible. De ahí mi sorpresa cuando varias marcas de maquillaje comenzaron hace poco a tener a modelos masculinos, no por la iniciativa (ya era hora), sino por el rechazo entre mujeres de mi generación.
Ahora matizo lo de que los hombres no se maquillaban. En realidad, gays y algunos heteros sí lo hacían, pero debían tener mucho cuidado para que no se notara. Una marca de perfumes y maquillajes de alta gama probó a lanzar una línea de bronzers masculinos, no recuerdo si acompañados de un labial nude, y fue un estrepitoso fracaso.
Los primeros duocromos y los iluminadores discretos
Algunas marcas de maquillaje nos sorprendía con sombras y labiales duocromos. Nos parecían mágicos.
También conocimos los iluminadores, solo disponibles en periodos como navidad y en tonos “discretos”: plata, oro y bronce. Con ellos jugábamos a dar toques de luz muy comedidos o podíamos utilizar un colorete mate también como si tuviera otro acabado.
Los nuevos iluminadores y2k a los que me refiero no incluían glitter, eran polvos compactos con micropartículas finísimas. Los que incluían pailletes, siempre existieron para fiestas y carnavales.
Labios rojo sangre, vino o rosados
Dimos muerte a los labiales marrones, abrazando los rojos y rosas más variados. También se mantuvieron tonos nude para quienes gustaran, pese a haber dejado de ser tendencia. Y este punto es importante, porque con el cambio de siglo se rompió con el dicho aquel “hay que andar a la moda o morir ahorcado”.
Layering labial y perfumístico
Las frikillas del maquillaje sumamos un elemento más a nuestro neceser, con barras poco cubrientes de efectos metalizados con las que modificar los colores de los labiales convencionales. Chanel lanzó una serie de labiales con una pátina externa metálica en tonos oro, plata o cobre.
Los perfumes solían estar disponibles con una versión de body milk que, a veces, no solo ayudaba a aumentar la fijación de la fragancia, sino que la complementaba. Cacharel lanzó toda una línea de productos con fragancias superponibles: Gloria. El consumidor de productos cosméticos se moría por experimentar sensaciones y texturas.
El accidente de Chanel que disparó las ventas
Un par de temporadas más tarde, en una de las fábricas de Chanel se produjo un accidente. Uno de los tanques donde se preparaba un color de labios se echó a perder al no mezclarse bien los pigmentos. Pero entonces a alguien se lo ocurrió ver cómo quedaba esa mezcla, a los allí presentes les gustó y surgieron otros labiales con capa externa metalizada, más descara que los de la primera edición limitada.
Desde ese momento, no fue extraño ver labiales con una cubierta externa metalizada. ¿Recuerdas que probábamos en la mano directamente de los testers? Bueno, pues ahora debíamos fijarnos en si el labial era todo metalizado o solo en la capa exterior.
Apliques y cristales swarovski en hombro, escote o zona periocular
No sé decirte si se debió a una estrategia de marketing o fue la imitación de algunos maquillajes de pasarela, lo cierto es que allí estuvo para los maquillajes de noche y de fiesta, en un tiempo en el que casi nadie llevaba tatuajes.
Máscaras de pestañas de colores: ¿cómo se usaban en el 2000?
Las máscaras de pestañas de colores ya estaban inventadas en los 80. Mi tía tenía una azul y otra dorada, y yo a mediados de los 90 me animé con la azul. Pero, con el cambio de milenio, al azul y al verde se le sumaron colores como el rosa, el morado ¡y el rojo!
La máscara roja era mi preferida por su efecto óptico, capaz de disimular ojos cansados e irritados. Se aplicaba sobre la máscara negra, aplicando un poquito solo en las puntas para lograr ese efecto blanqueador de la esclerótica, o como mejor te gustase si no perseguías ese truco de maquillaje en particular.
Sombras cocidas y labiales hidratantes o metalizados
Sombras cocidas que eran prácticamente irrompible y labiales completamente metalizados están en un rincón de mis recuerdos, conservados con un cariño especial. En cuanto a los labiales, la mayoría de las fórmulas tenía una base de aceite de ricino que cuidaba los labios a la vez que los maquillaba, aunque eso sí, dejaban huella por donde rozaban.
Dos colecciones anuales, siempre contrastadas
Eso era lo que solía ofrecer cada casa de maquillaje, sumándole una edición limitada adicional para las fiestas navideñas. La mayoría de las ventas de maquillaje procedían de los lineales fijos.
Cada marca tenía su propio estilo determinado y un público fiel
Se cuidaba todo, prestando especial importancia al aroma. Las clientas de una marca éramos fieles, entendiendo como tal el hecho de ser esa marca una de las primeras opciones cuando tocaba reponer un producto.
Se ofrecían productos para un perfil concreto de consumidoras, y pongo el ejemplo de Dior y Chanel. Dos casas icónicas que maquillaban a mujeres muy diferentes en cuanto a estilo y personalidad, en principio. Entre ambas, había casas como Esteé Lauder, menos arriesgadas. Yo adioraba Dior y una amiga mía era incondicional de Chanel, lo que no impedía que hubiera tonos o colecciones en la otra marca que no fuesen de nuestro agrado.
Si has llegado leyendo hasta aquí, te adopto. La gente ya no suele leer. Si eres teenager, recuerda que ahora cada uno puede seguir su estilo sin mucha dificultad y no permitas que se vuelva a las tiranías de antaño. Si eres de la generación X, como yo, y en su momento no te atreviste con labiales de efecto diamante o las máscaras de colores, ¿a qué estás esperando?