Un esmalte termoactivo o con efecto térmico varía su color con lso cambios de temperatura.
Como comentaba en el post de nuevos cosméticos favoritos del 2014, me concedí el capricho de probar un esmalte termoactivo Layla, uno cuya combinación de colores se me antoja perfecta: burdeos, que más bien es un rojo cereza, que torna a casi negro con el frío.
Adoro los tonos rojos en los labios, y pese a no ser un tono para usar a diario desde siempre me ha gustado el tono rojo sangre, es decir, rojo mezclado con negro. No soy de las que aprecian el estilo gótico como total look, más bien me horroriza, pero he de reconocer que tiene algunas cosas que sí me hacen sentir cómoda utilizadas combinadas con algo más clásico. Aquí podemos hablar de corsets victorianos, gargantillas de encaje o, mi preferido, el color rojo sangre. Las uñas no iban a ser la excepción, y cuando llega el otoño y los días se vuelven oscuros, húmedos y grises, siempre siento ganas de cubrirlas con rojos subidos, tonos cereza, o rojo caoba. La idea de tener un esmalte de uñas que cambiara de tonalidad dentro de esta gama era muy tentadora.
Como contaba en su momento, estos esmaltes no son lo que se dice baratos, al venderse en un formato pequeño ( 5 ml ), pero su capacidad para cambiar de tonalidad y retornar a su estado normal deja muy atrás al único esmalte de este tipo que había probado, uno de la EL Superheroes de Essence. No hay color, y nunca mejor dicho.
El producto es espeso, de buena cobertura, aunque con estos tonos se hace indispensable emplear dos capas para obtener un resultado uniforme. En las fotos, como estaba probando, me había aplicado tres capas en el anular, para comprobar si afectaba al cambio y sí, es un factor que influye, pero a la inversa: con dos capas, una fina y otra generosa, el cambio de tonalidad se aprecia mejor que con tres. En cualquier caso el resultado obtenido es muy vamp, tanto si partimos del tono cereza como si hemos usado tres capas y la base es un color que ya apunta un poco al caoba. El resultado final con el frío es el mismo, un rojo tan oscuro que casi parece negro. Y la permanencia en las uñas es muy buena, cinco días en buen estado si no manipuláis muchos productos agresivos, claro.
En la imagen superior podéis ver cómo se ven unas garritas largas de mapache tras haberlas mojado un instante con agua del grifo fría. Al secar las manos y volver a hacer la foto ya estaba recobrando su color, pero mantuvo un rato un efecto degradado que me encanta. Es como si se hubiera usado el truco de la esponjita de maquillaje con dos tonos diferentes, pero que aparece y desaparece. Y si vais por la calle un día de lluvia otoñal, las uñas se verán casi negras. Observad que en el dedo anular el degradado no se ve tan intenso.
Estoy tan contenta con este esmalte que si necesitara hacer un pedido en la web que los suele tener, se vendría para casa un hermanito, que muta del color azulado de base al frío morado.
Besitos de mapache potihólico y frikillo.
Esa vena friki nos sale a todas cuando vemos algo distinto, y mola mucho : )
Chulisimo esos esmaltes,, me encantan 🙂