Mascarilla casera de miel y te verde para el cutis

Las hojas de té verde infusionadas pueden aprovecharse en recetas caseras de mascarillas para la piel del rostro. La miel es el ingrediente clave de esta mascarilla casera natural.

receta de mascarilla casera con miel y te verde

 Como consumidora diaria de té verde y como ecologista me daba pena no intentar aprovechar los beneficios del té verde para el rostro, reutilizando las hojas de té ya infusionadas. Pensando un poco en la física y los procesos de extracción, probé una receta para hacer una mascarilla casera con té verde tan natural como efectiva.




 Los mayores beneficios del té verde para la piel se aprecian con su consumo continuado. No obstante, algunos de sus principios activos pueden aprovecharse de manera tópica, pudiendo ser incluso más efectiva esta forma de aplicación. Hagamos un pequeño repaso a las propiedades cosméticas del té verde genérico.


 La primera, la que más de moda está desde hace unos años, es el elevado contenido de antioxidantes de esta planta medicinal, y como todo el mundo sabe ya, los antioxidantes ayudan a combatir los radicales libres que se forman como consecuencia del estrés oxidativo, o dicho de manera sencilla, el envejecimiento inevitable que va asociado al hecho de respirar.

 No existe una familia de moléculas antioxidantes sino toda una amplia gama que se clasifican en función de su estructura química, que es lo que determina muchas de sus propiedades medicinales. Un tipo de antioxidantes que aporta el té, en especial las variedades de té verde, té blanco y té amarillo, pertenecen al grupo de las catequinas. Las catequinas son unas moléculas asombrosas, porque parece que a medida que se estudian más y más van mostrando nuevas propiedades beneficiosas para la salud.

 Si nos fijamos en la capacidad de otorgar a la piel una cierta defensa natural contra las radiaciones ultravioleta, el uso tópico de té verde en cosmética obedece más a una estrategia de marketing que a otra cosa. Pero las catequinas son potentes antiinflamatorios naturales, y éstas sí se pueden aprovechar por aplicación directa. Así, el té verde y su extracto son aliados en el cuidado diario de las pieles sensibles y con tendencia a las rojeces, pero además resulta un ingrediente que puede aliviar algo los problemas de dermatitis, eccemas, psoriasis, caspa y acné, porque también es antiséptico ( y sin resecar la piel, todo un lujo ).



 Como podéis adivinar, lo mejor para aprovechar estos beneficios es emplear una infusión cargada de las hojas de la planta o bien extractos. Pero yo buscaba aprovechar esa cantidad de hojas de té que tiro a la basura, algo así como se puede hacer con los posos del café. Y me acordé de una técnica antigua de extracción de algunos activos medicinales, la que se realiza con miel. Se vierte un poco de miel en un plato, para conseguir una película finísima, y sobre ella se depositan rodajas muy finas de la planta cuyos beneficios querramos aprovechar: zanahoria, jengibre, etc. Eso sí, la planta siempre debe ser fresca. Se deja reposar toda la noche, y por la mañana se retira la materia vegetal y se ingiere el jarabe que se ha ido formando. Este es un truco añejo para conseguir que los niños aprovecharan los beneficios de algunos vegetales que no les gustara comer.



 La miel es un verdadero ingrediente milagro en la cosmética. Aporta minerales, revitaliza la piel cansada pero, lo más interesante, posee unas propiedades antibióticas y antisépticas incomparables, unidas a un gran poder regenerante. Tanto es así que, a día de hoy, aun se practica el vendaje con gasas estériles de quemaduras tratadas con miel en las unidades de quemados de algunos hospitales. 



 ¿ Cómo preparar esta mascarilla ? Como os decía, su elaboración y uso resulta de lo más sencillo, lo único malo es que requiere paciencia. 


 Guardamos las hojas de té verde de un par de días en mi caso ( tomos dos tazas diarias de media ) en la nevera. Pasamos a hidratarlas un poquito porque se pueden haber desecado.Las vertimos en una superficie plana, como un plato, y añadimos una cucharada generosa de miel. Yo consumo miel auténtica, generalmente ecológica, y suele solidificarse, por ello a la miel le añadí un poquito más de agua, como el 50% del volumen de miel. Si calentamos la miel para que recupere su textura original y no estamos atentos podemos hacer que pierda parte de sus propiedades beneficiosas por la acción del calor, por lo que yo la consumo tal cual se queda. Sea como fuere, con miel pura o un poco diluida, usamos una cucharilla para mezclar bien las hojas de té verde con la miel, y dejamos reposar esa mezcla unas horas, por ejemplo una tarde.

 Cuando haya transcurrido un tiempo largo encontraremos que vertiendo el plato o superficie lisa que hayamos usado obtendremos un jarabe. Presionad con la cucharilla o un tenedor para aprovechar bien la mezcla, y desechad, ahora sí, las hojas de té. Ese jarabe es nuestra mascarilla casera.


 ¿ Es pegajoso ? Sí, por supuesto. Pero también es soluble en agua, así que no hay que alarmarse. Retiramos el cabello del rostro con una cinta, fuera flequillo, y nos aplicamos la mascarilla sobre el cutis seco con las yemas de los dedos. Podemos extender el producto por el cuello, por poder, podríamos extenderlo incluso por la zona del escote. También podría usarse una brocha especial, peor entonces tendríamos que haber preparado el doble de cantidad de jarabe, porque vamos a desaprovechar mucho producto.


 Dejamos actuar el melato durante diez, quince o incluso veinte minutos. Probad a aplicarlo también sobre los labios si tenéis alguna heridita. Y hablando de heridas, sobre la piel sana esta mascarilla produce un ligero cosquilleo, pero si hay alguna herida sin cicatrizar va a picar. Picor, que no resquemor. Al cabo de dos o tres minutos se pasa.


 Pasado el tiempo que estimemos aclaramos muy bien, con paciencia y suavidad, con abundante agua tibia. Si notáis la piel pegajosa, seguid aclarando. Podemos ayudarnos de una esponja muy suave. Una vez hecho esto, secamos la piel con suaves toques de toalla y nos miramos al espejo. Veremos que se han borrado los rasgos de fatiga, incluso la piel aparece como calmada.


 Para terminar la sesión spa con sobresaliente, podemos terminar el proceso aplicándonos unas gotas de nuestro aceite preferido. Yo para esto uso el aceite para el rostro con rosa de Damasco de la marca Badger. Notaréis que el aceite no penetra como de costumbre, eso es porque las capas superiores de la epidermis están “rellenadas” con la miel con té verde. No pasa nada, no hay prisa. Seguís con lo que estuvieseis haciendo y os olvidáis. Ya me diréis qué tal os queda el rostro, incluso al día siguiente.


 VARIACIONES:

 Esta receta podría optimizarse con una batidora que triturara bien las hojas de té verde, en cuyo caso podríamos aplicarla sin separarlas si hemos logrado una textuta cómoda. O podría usarse como mascarilla exfoliante si usamos las hojas de té como elementos de arrastre mecánico. Aunque yo veo dos inconvenientes a estas variaciones, y son que en el primer caso se debe preparar más producto y se nos puede estropear ( no creo que dure más de dos o tres días conservado en el frigorífico ) y en el segundo que no me parece cómodo quedarse luego con el jarabe y las hojas pegadas a la cara. Pero por poder, se puede hacer.
 

 Ecológica y económica, ¿ no os parece la mascarilla casera perfecta para una tarde de domingo de esas de mantita y película ? 

 Besitos de mapache potihólico y amigo del reciclaje.
 

 

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